jueves, 13 de septiembre de 2007

España gana a Letonia pero sigue sin convencer.

Tiene algo mágico la Selección y es que nos une a los españoles casi como El Corte Inglés, uno de los inventos que nos vertebra. Nos une en el mosqueo. También existe una unidad bastante consolidada: con Andrés Iniesta jugamos mejor, y usted perdone que insista. Pero Luis Aragonés nos lo hurta, dicen los 'luisólogos' porque lo ve como un jugador decisivo, clave y tal para cuarenta minutos. Pues como dijo anoche un oyente de Carrusel Deportivo, que lo ponga los primeros e igual se les abre la cabeza a sus compañeros.Y es que en contra de lo que se esperaba, Iniesta tampoco fue titular ayer. El seleccionador apostó por los héroes de Reikiavik, en monumental acto de fe. Bueno: la regularidad casi la mantuvimos. Un gol a Islandia; dos a Letonia, el último a falta de seis minutos para el final. Sobre la falta de tino en el remate insistiremos después. Cuatro puntitos que nos permitieron acostarnos en segunda plaza del grupo, pues los islandeses ganaron a Irlanda del Norte, esa mentirijilla que ayudamos a levantar con aquella derrota en Belfast. Tómenselo así. Piensen que Francia está fuera a estas alturas. Anímense. Consuélense. No se me depriman. Alégrense con las cifras, que no tienen mucho de poético, pero son un buen refugio. Jugamos poco, pero ahí estamos. Y quiero creer que estaremos en la fase final de este Europeo cuya etapa de clasificación está siendo tristísima del lado español; no sabría decirles si hubo alguna igual. Quizá aquella del 92, que nos dejó fuera de la Eurocopa sueca que acabó ganando Dinamarca porque la guerra apartó a Serbia, los daneses dejaron sus vacaciones y acabaron llevándose el torneo. Lo que confirma que esto del fútbol es rarillo. Aunque implacable: este juego es recibir, tocar deprisa y moverte y ofrecerte con tino. Y acertar cuando te plantas delante del portero, ¿eh, Torres? ¿Eh, Joaquín?España apenas lo hizo anoche. Recibir, recibió hasta el aburrimiento. Tocar deprisa, lo hizo poco. Se movió con lentitud, y ofrecerse con tino, a rachas. En la primera parte, de todo eso, apenas. Después no es que fuera un aluvión, pero sí que entrando Iniesta, casualmente, la cosa se animó y el marcador no se amplió porque de gol estamos bastante mal. Hay selecciones que no maravillan, pero saben maquillarse con un matador que cierra los partidos. Sus goles, los de Van Nistelrooy por ejemplo, le dan un tono que nuestro equipo no tiene. Pensemos en Torres: me alegro muchísimo por él que acabara acertando después de dos o tres acciones en las que le falló la puntería. Un año sin marcar en la Selección llevaba El Niño, ojalá que con el de ayer le cambie la suerte. Cosa que habrá que esperar le suceda también a Villa, que no ha recuperado todavía aquel ángel que le acompañó la pasada temporada. Y la anterior. Y la otra.Los extremos.Iniesta fue el mejor (en cuanto la tocaba, el público del Tartiere aplaudía) y cerca estuvo Joaquín. Fabricó el primer gol, de Xavi, y quiso siempre desbordar por su banda. Le acompañó poco Silva en un partido que era para los extremos. El canario es un talento enorme, pero ni el sábado ni anoche encontró su ritmo y no tuvo el peso que debe tener en cualquier partido que dispute.Y sí, no es sencillo jugar contra Letonia y equipos de este estilo, que se echan atrás y exigen un esfuerzo de concentración enorme al equipo superior al que se enfrentan. El 1-0, rapidito como pedía Luis, a los doce minutos, tuvo efectos de cloroformo para el equipo español que no encontró lo que quizá era más importante ayer: pasión. El equipo cumplió sin más. Hacía falta más locura después del golpetazo moral de Islandia, un equipo español lanzado a por el quite del perdón, dispuesto a golear desde la paciencia. No pasó. Fue un triunfo profesional, sin más. Un cumplir sin alardes para llegar hasta un triunfo que estaba cantado antes de que rodara la pelota. Letonia, y lo hizo una vez, le puede arrebatar un punto a España en su terreno; aquí es imposible. Cuatro partidos entre ambas selecciones y siguen sin meternos un gol. En fin...El triunfo deja a España segunda de grupo con 19 puntos en 9 partidos, los mismos que Suecia, pero ellos con un partido menos. Irlanda se queda en los 16 y allá al fondo (bueno, no tanto) aparece la gran amenaza: Dinamarca, que suma 14, también con ocho apariciones. Los paisanos de Laudrup, ¡qué bueno que no esté Michael!, lo tienen claro: si ganan lo que les queda, clasifican. Y nos recibe en el próximo partido de ambas selecciones, el 13 de octubre, la Virgen del Pilar proteja a Luis y su tropa. Hay que puntuar allí y dejar el toro para el descabello en los partidos que restarán, Suecia e Irlanda en suelo español. El calendario sí lo hizo bien Luis.Y ahí os queremos ver, muchachos. De estas dos últimas experiencias pocas conclusiones risueñas pueden extraerse. Lo de Islandia fue un mal sue lo de ayer, una faena de aliño. Sin duda que Oviedo y Asturias entera merecían más, que hasta uno de los cambios fue para quitar a Villa. Pero no lo duden: el gran problema del equipo a día de hoy es que le falta acertar arriba. Lo de anoche era, como poco, de 3-0. Que tiene otra pinta que este 2-0 en la recta final del desigual choque. Insisto que con Iniesta el equipo es más fluido, menos previsible, mejor. Pero las cartas de Luis están marcadas. Si ayer mantuvo a Albelda (que estuvo bien, en su rol) los noventa minutos, ante Dinamarca es más fijo que Casillas. Entonces sólo queda una: Iniesta sigue en el banquillo o la Selección sale con un solo delantero, Villa o Torres, para que el de Albacete se mueva en el enganche, detrás del punta, buscando el paso (o el remate) ganador. Ayer la cosa fue mejor así, dicho esto sin perder de vista que pese a las incursiones de Pernía, la banda izquierda del equipo no apareció como debía, oscuro Silva sin duda que temporalmente.¿Un solo punta?Con una referencia en la punta, Torres, al que no iba a cambiar Luis otra vez tras haberlo hecho en Reikiavik, la suma de Iniesta, Xavi, Cesc, Joaquín hasta que se fue, le dio al equipo otro aire. El partido se acabó jugando como se esperaba, en los treinta metros, o quizá menos, que van desde el portero letón hasta su delantero más adelantado. Y por ahí, las maniobras de los pequeños permitieron a la Selección llegar con más posibilidades hasta la meta de Vannis. Que no acertaran con el remate final hay que cargarlo al debe de los futbolistas, que en eso ni Luis ni nadie puede intervenir. Fue sólo muy al final, ya digo, en una jugada en la que intervinieron Iniesta y Angulo y que relajó la situación, pues un contragolpe letón, como aquel al que no llegó el ex del Getafe Verpakovskis en la primera parte, ante las narices de Casillas, pudo poner patas arriba el Tartiere y muchas de las posibilidades de clasificación española.Acabó, en fin, el pequeño tormento de esta doble aparición de la Roja ante gentes nórdicas, con éxito de puntos en la clasificación, no de juego. Ahora sí llega la hora de la verdad: Dinamarca. Dios nos pille confesados. Y comulgados, a ser posible.

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