miércoles, 19 de septiembre de 2007
El Madrid gana 2-1 al Werder Bremen y debutó Robben.
Igual que un niño que se estrena en los misterios del mundo (las flores, los pajarillos, las niñas), el nuevo Real Madrid descubre en cada partido una situación que descifrar. Y la descifra. De ese modo va completando el aprendizaje básico para afrontar los mil riesgos que amenazan. Es una suerte que el calendario haya programado obstáculos en progresión, notables, pero abarcables, porque así resulta más fácil caminar, balbucear y, al final, hablar chino mandarín. De momento, la criatura reconoce objetos y gana partidos.El que jugó contra el Werder Bremen convalidó un curso de secundaria. Porque los alemanes dejaron la impresión de ser un buen equipo, quizá sin la mordiente y el ángel de los grupos excelentes, pero organizado y valeroso. Sobre ese conjunto se alza Diego. Me cuesta recordar una presentación más fabulosa en el Bernabéu. No consigo dar con un jugador rival, con una estrella, que al llegar a este escenario estuviera tan por encima de su fama. En 90 minutos Diego hizo casi todo lo que ha hecho Robinho en dos años, y alguna cosa más.Ya que el futbolista es del gusto de Schuster, haría muy bien el Real Madrid en cerrar este fichaje antes de que se entrometa otro club o antes de que el futbolista cueste (y valga) 30 millones de euros.Claro que con Diego el Madrid tendría al enésimo jugador para actuar en esa zona que llamamos mediapunta y que se extiende del salón comedor al dormitorio, es decir, de la creación al último pase. Ese problema, otras veces disimulado por el entusiasmo general, lo acusó ayer el equipo durante ciertos ratos. Higuaín, Sneijder, Robinho y hasta Raúl o Guti, por momentos, comparten territorio natural e ideológico. Inclinar a una banda a Higuaín, Sneijder o Robinho es un encomiable movimiento para encontrarles un sitio, pero obliga al equipo a jugar ligeramente forzado, sin respiración por las bandas.Frente al orden matemático del Werder Bremen esa falta de armonía se hizo más evidente. Y al atasco contribuyó un día gris de Guti y una noche negra de Gago. El centrocampista argentino no fue ni duro ni afilado, ni quitó balones ni los dio. Estuvo blando, superado por los acontecimientos. Diego fue quien más se aprovechó de ese permiso para bailar.Es una lástima que Gago no se agarrara a su oportunidad, porque su mal partido despertó nostalgia de Diarra, que es el tapón de la bañera. Sin embargo, y pese a lo fallido del experimento, todavía creo que es posible jugar con agua corriente, río abajo, sobre los rápidos y entre las rocas.Primer tanto.El Madrid tardó un cuarto de hora en solucionar sus problemas en el juego. A falta de un especialista, Van Nistelrooy entró por la izquierda y centró en dirección al primer palo. El testarazo de Raúl resultó casi inexplicable, porque el capitán golpeó con la cabeza casi dislocada, como los perros de la parte de atrás del coche. Tenía un defensa en la grupa, poco tiempo y ángulo escaso. Pero marcó. Raúl es Raúl y hay verdades inexplicables que se repiten para que nos enteremos de una vez.Duró poco la alegría. Una galopada del zurdo Tosic se resolvió con un centro a la olla, que rozó en Sergio Ramos. El balón, medio venenoso, fue a caer a dos metros de Casillas y allí apareció el pie derecho del gigantesco Sanogo. Ni siquiera la eterna pierna de Metzelder pudo impedir el remate. Como la pelota se coló entre el brazo y el muslo de Casillas hubo quien miró mal al portero, pero yo no, lo juro. Detecto, no obstante, a seguidores de Casillas que lo tratan como al joven Amadeus: si no hay sinfonía una noche, lo dejan sin postre.El partido entró en otro registro, mucho mejor. El Madrid se estiró y comenzó a descubrirse los músculos. Marcelo, novedad en el once, se confirmó como una alternativa interesante. A falta de algún hervor, hay que reconocer que al menos se trata de un especialista, de un lateral izquierdo brasileño, con todo lo que ello implica de alegría y sofocones.Higuaín también se desplegó y nos dejó esas perlas desmayadas de futbolista sideral. Uno de sus pases burló la barrera de defensas y aterrizó junto a Van Nistelrooy, que se entretuvo en el remate y fue interceptado. Poco después, Higuaín culminó una buena jugada de Marcelo y Raúl por la izquierda. Esta vez su cañonazo zumbó cerca de un poste.Entretanto, el Werder Bremen se defendía con estilo y se ponía en manos de Diego, que exhibió una brillante colección de sombreros, regates y amagos, todos con sentido y con verticalidad. Es bonito cuando un diez hace honor al número que luce en la espada. No se debería regalar ese dorsal. Habría que enseñar el carnet.Casillas se marcó una palomita, Rosenberg regateó a Cannavaro pintándole la cara y la primera parte finalizó así, en tablas y en llamas. Había partido y había adversario, alemán.En la segunda parte continuó el combate, girado hacia el Madrid por arsenal y talento, pero sin regalos ni favores. Mientras los locales esperaban una chispa frotando piedras, Diego trataba de enseñar a Sanogo lo que no se aprende ni en 15 años de recreos en el colegio. El asunto no mejoró mucho cuando entró Almeida, un tipo con un chut como la coz de un caballo. Pero nada más.Schuster dio entrada a Robinho por Higuaín, seguramente para ver si al contacto con Diego se producía alguna combustión misteriosa. No ocurrió. El Madrid mejoró al calor de sus ganas de ganar, que eso no se le puede reprochar ni por un solo minuto.Van Nistelrooy avisó un par de veces de lo que estaba por ocurrir. En ambas ocasiones se tropezó con Wiese, que es un portero pecho-lobo, muy mejorado por esa equipación que se ciñe y denuncia michelines.Sentencia.Pero no hay porcelana que no se rompa de tanto pasearla. Sin verdaderas opciones para abrir el juego, Guti se empeñó en trazar un pasillo recto y profundo, del salón al dormitorio. Hasta que lo logró. Su pase alcanzó a Raúl en la frontal y el capitán, en estado de gracia, asistió a Van Nistelrooy, que ya no podía fallar más. Y no lo hizo. Su remate dejó en evidencia al portero, porque el balón se coló decidido y raso, pero sin excesiva precisión. Sin embargo, al guardameta se le comprende el derrumbe. En su disparo, Van Nistelrooy, que es un falso torpe, rompió alguna ley física porque hasta en las repeticiones esperamos la pelota en el palo contrario.Con el marcador a favor, Drenthe sustituyó a Guti, consciente de que un punto de locura no vendría mal. A esas alturas, Robben ya cumplía media hora de calentamiento. Hubo más ocasiones, otros contragolpes de Diego y una entrada temeraria de Van Nistelrooy, al que no se recuerda enajenación parecida.A falta de siete minutos, Schuster, por fin, dio entrada a Robben. Como Raúl era quien dejaba el campo hubo que afinar el oído para distinguir la ovación al capitán del recibimiento al holandés. Y hay que decir que los aplausos fueron semejantes, entusiastas en un caso e ilusionados en el otro.Robben apenas tuvo tiempo de hacer nada. Se movió, eso sí, con esa elegancia tan suya. Compone una figura tan exquisita que hasta la alopecia le queda aristocrática. Falló un remate y pudo intentar otro, pero no se le tiene en cuenta. Es la guinda de una enorme tarta. De merengue, claro.
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